
Esta no es sólo una obra que narra las peripecias por las que atraviesa África en su desarrollo como continente o los retos afrontados por cada país individualmente, sino que, además, nos ayuda a poner en contexto los avances del estado y las mejoras de algunas de sus muchas culturas, religiones y costumbres para los que no estamos preparados aquí, en Europa. Camerún, Costa de Marfil, Kenia, Nigeria, República Democrática del Congo, Senegal, Sudáfrica y Uganda, son los países mencionados dentro de sus páginas. Todos guardan sus etnias, sus hablantes y sus historias que las hacen únicas.
Esta lectura destaca los logros de las mujeres, al mismo tiempo que enfrentan el gran desafío de derribar las diferencias entre nosotras y los hombres en las diversas profesiones que desempeñan: agricultura, administración o comercio. Principalmente su importantísimo servicio prestado en el campo de la medicina y el combate a la persistente malaria, el SIDA o el COVID que, aunque parezca increíble, en la reciente pandemia, fue el continente con la menor tasa de contagios y consiguiendo erradicarla casi por completo o, en algunos países, totalmente.
No resulta raro, entonces, que muchas personas africanas se vean en la encrucijada de aventurarse a migrar para hacer carrera en España o elegir permanecer en su tierra. Hay gente creando proyectos novedosos en tecnología o gastronomía, por mencionar algunos, con muy buena visión, premiados por instituciones de alto prestigio. Esta gente ayuda a romper el paradigma europeo, porque África es mucho más que enfermedades.
Por ejemplo, Costa de Marfil alcanza una alta cota de igualdad francófona, donde las mujeres gozan de excelentes oportunidades escolares y laborales. Aunque no podemos olvidar que la cristiandad, el machismo o la idea de que una mujer pueda ganar más dinero que el hombre, aún es un problema que se intenta erradicar en algunos puntos del continente.
La tecnología que se consume en países, aparentemente, más desarrollados no queda exenta. YouTube, Instagram, Tik Tok y otras herramientas son ventanas al mundo; ventanas que han dejado claro que África también es consumidor de tecnología. No podemos olvidar la ayuda desenfocada de algunas ONG que insisten en hacer uso de tecnología en puntos del continente para crear más conectividad, incluso en países con una vida más rural donde se olvidan de cubrir realmente las necesidades.
La obra recoge a 13 mujeres luchadoras, fuertes, empoderadas y exitosas que han sabido sacarle el mayor partido a su educación. Valoradas en sus países de origen, sin la vana necesidad de querer ser galardonas, sirven al pueblo africano contribuyendo a la mejora y desarrollo en todo tipo de campos.
Profesoras de física, médicas de familia, másteres en salud pública, catedráticas de hematología, licenciadas en ciencias de la comunicación, promotoras de actividades educativas y de igualdad de las mujeres, son algunas de las más aclamadas y que han participado en proyectos como Ecole, Famille, Education integrale (EFEDI), en Camerún; Children Health Project en Uganda y Kenia; entre muchos otros citados en el libro.
África avanza a pasos agigantados para algunas cosas y para otras no. No olvidemos que la colonización ha sido y sigue siendo motor de incidencia por parte de Occidente.
Me marcho con este apunte hecho por una de las mujeres mencionadas en la obra:
«… Occidente no se hace a la idea de la responsabilidad que le concierne sobre África».
Dado que estamos celebrando lo afro mediante las lecturas, celebro a las siguientes mujeres por antonomasia a lo que es luchar, todas teniendo algo que perder, y que la fuerza y residencia no las ha parado, ni siendo madres ni en la distancia:
Esther Tallah
Duni Sawadongo
Elmine Kouyaté
Christiane Kadjo
Vanessa Koutouan
Frankie Wanjeri
Enzinné Ukagwu
Celjne Tendobi
Columba Niang
Ozó Ibeziako
Irene Kyamummi
Dalene Kembabasi
Celebro por ellas y por las que vendrán.
Para conocer más de Keren: El rincón de Keren