Por Alejandro Rabelo García
Como nosotros
Marisa Mañana
Editorial MilMadres
Relatos, 2022.
160 págs.

Escribir es detenerse a medio camino para oír cantar a un pájaro que no existe.
Elena Garro
Desde Música concreta de Amparo Dávila, y Territorio posible de Carlos Roberto Morán, no había disfrutado de una experiencia literaria tan propositiva para narrativa breve; y eso que la formulación de tal aserto, cuando abundan los clichés reciclables, podría acarrear confusiones respecto a los múltiples niveles de lectura de este primer volumen de la autora española nacida en Guinea Ecuatorial.
Primer volumen que reúne cuentos dispersos en publicaciones varias sin que el sentido de unidad se melle, excepto por la evolución personal que parece percibirse a la inversa de la lectura: De atrás para adelante, tanto por la temática y la vivencia, como por la madurez y el dominio estilístico. Pasamos, así, del reencuentro con los orígenes y sus prejuicios hasta la ciencia ficción más desternillante; pero leemos, de inicio, la atmósfera opresiva del futuro no tan lejano –Fantodio o la enfermedad de los sanos– y, al finalizar, la atmósfera no menos opresiva del pasado que aún subsiste –Como nosotros-, transición por medio de episodios que delatan la orientación de la escritora, sí, por el cuerpo y el sexo, por lo realista y lo surreal, pero, sobre todo, por el tiempo.
Mientras los relatos se desarrollan en el transcurso de un puñado de minutos -a veces muchísimo menos, si nos atenemos a la duración de lectura de las piezas más breves, como A ras del planeta-, no sólo suceden bastantes cosas
(Abro un muy exigido paréntesis: No es obligatorio dentro de un cuento que “sucedan cosas”. Un texto no necesaria ni permanentemente es una narración. Si por momentos el flujo de conciencia o la voz intradiegética traiciona, o complica, la resolución, como en Queloide o Los normales, tampoco es forzoso que exista incluso cuando todos los relatos poseerán finales abiertos en su sentido más lato: Fuera de la crónica que nos es entregada. Por lo demás, tanto para fabular como para leer, el placer mínimo de la escritura es precisamente disfrutar el estilo sin mayor propósito)
sino que se van torciendo, repitiendo, naciendo una y otra vez hacia una exquisita ambigüedad, emparentada con el más fascinante género fantástico -si esta etiqueta no olvidara, por ejemplo, lo escrito por Kafka y por Nettel-, que desemboca en sorpresas, las más de las ocasiones, desagradables. La apretadísima síntesis del eje de la trama (Fumarse un cigarro, tomar una foto, coger con un desconocido) nos conduce a preguntas y reflexiones difícilmente formuladas para lo políticamente correcto, y los propios personajes deben ir desgranando sus mismas preocupaciones. Pareciera, en suma -y así será- que no nos dará tiempo.
Tiempo también relativo a la edad, la premura, las expectativas sociales por los roles de género, la migración reflejada en los actores transterrados de las historias -la enfermera india, el joven que regresa a su país debido al funeral de su padre y el propio Fantodio-, las fases desesperadas del deseo, el forcejeo contra las obsesiones fijadas, abordadas y vueltas a abordar para hacer avanzar el relato y, después de él, nuestras pesquisas respecto a nuestras fijaciones. En todos los cuentos hallaremos un dilema que nada, ni siquiera la meta consumada, el deliquio logrado o el fluido corporal extraído, nos ayudará a dirimir: ¿Sigo o no sigo con este pensamiento recursivo, invasivo, compasivo?
Aunque la autora admite que su “mirada es binaria”, su visión sobre la perspectiva masculina -protagonistas en Fantodio…, Cuando los minutos sumen nueve y Como nosotros– puede pecar del mismo reduccionismo y estereotipación que ha ocurrido, histórica y literariamente, cuando escritores masculinos se “adentran en la mente femenina” o, como ella denuncia en A veces me pasa, en las historias contadas desde supuestas voces LGBTQ+. Por supuesto que es genial cómo cuestiona esa perspectiva, particularmente el caprichoso sentido del “orden” y el “objetivo”-, y cómo su interiorización nos revela cuán básicos podemos ser los hombres. Propende, sin embargo -y queda más claro cuando los hombres son secundarios-, a colocar a las mujeres en sitios que deben romperse y superarse, más allá de ejercicios legítimos como la libertad sexual, el territorio del cuerpo y la sujeción psicológica a la pareja, cualquiera que sea: Si los hombres somos fielmente retratados como entes demasiado básicos, las mujeres apenas y enfrentan desafíos pese a contar con un muy original lugar de enunciación.
Subrayadamente si Marisa Mañana emplea discursos de otras artes -la pintura y la gastronomía, principalmente- para dotar de densidad a los instantes, el general y los particulares dentro de cada cuento. De igual manera que recorremos un lienzo o una receta para comprender sus elementos, tenemos que circular por los textos sin perder detalle ni atención, sin dejar de gozar cada pincelada, puesta ahí no por casualidad sino para condensar las serendipias:
…lo mejor de no tener nietos es que te ahorras coincidir en sus cumpleaños con el tocino de tu ex.
(Ilsa, Pág. 84)
…empiezas metiendo el dedo en un hombre y acabas en una orgía.
(Tierra estrecha, Pág. 127)
Recuerdo que mientras me explicaba su manera de trabajar, su voz repiqueteaba en mis tripas. Y recuerdo también que me asaltó un pensamiento: cuando más directa sea la luz, más nítida será la sombra.
(Queloide, Pág. 45)
Las manos me apestan, todo mi cuerpo apesta a pescado, pero es el único modo que he encontrado para entablar una relación tranquila con mi familia. Deberíamos elegir bien para qué usar las manos, ¿no crees?…
(Como nosotros, Pág. 131)
No corras. ¿A qué hora ya no hay prisa?
(Antiguo Régimen, Pág. 120)
Cuenta de Instagram de Marisa Mañana: @marisaescrituracreativa.
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Mi más reciente colaboración en Plataforma Cer0:
*Escritor y periodista mexicano (Villahermosa, 1982).
Ganador del Primer Concurso Nacional de Ficción Playboy 2008.
Nominado al Premio Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez 2010.
Reconocido por la UJAT en 2002 (Premio Universitario de Ensayo sobre Benito Juárez) y en 2010 (Premio de Cuento de la Feria Universitaria del Libro).
Ha publicado su trabajo literario y periodístico
en diversos diarios y revistas locales y nacionales.
En Twitter y en Instagram, trollea desde la cuenta @Acrofobos.
En 2017, publicó su primer libro de relatos Grimorio de los amores imposibles.
En 2018, publicó el segundo: La invención del otoño.
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Gracias por compartirnos a esta autora y su obra, queda anotada para una lectura futura. Te dejo un abrazo.
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Abrazo de gratitud, Ana…
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Genial y estrepitoso. Amigo del alma elevada al cubo.
Admiración y afecto desde Argentina…
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Un genio sin pedestal ❤️
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Jajajajaja Hola Lunfa. Gratamente sorprendido por tu lectura y tu comentario. Vos sos la amiga del alma a la enésima potencia. Abrazote
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